jueves, 5 de noviembre de 2015



Meditaciones para orar por la salvación
de nuestros hijos


“Las aldeas quedaron abandonadas en Israel, habían decaído, hasta que yo Débora me levanté, me levanté como madre en Israel” (Jueces 5:7).

D
ébora es una de las mujeres más sobresalientes de la historia de Israel. Se destacó por una notable relación con Dios, obteniendo dones de discernimiento y habilidades para tomar decisiones en la voluntad del Padre. Ella era profetisa, y sus habilidades especiales dadas por Dios, la guiaron para planear y dirigir, además fue mediadora y consejera para el pueblo cuando necesitaron su ayuda.
En esta estrofa de su cántico de alabanza a Dios por la victoria sobre los enemigos, ella declara con real firmeza el haberse levantado como madre de su nación.
Su servicio a Dios se caracterizó por darle siempre el crédito a Él por todo, y en esta declaración refleja un amor maternal por el pueblo afligido. Entonces Débora, al levantarse, está intercediendo delante de Dios por Israel, estuvo decidida a clamar hasta obtener una respuesta favorable.
Débora representa a la Iglesia del Señor, que se levanta para clamar por la Tierra desolada y caída, Débora representa a toda mujer que se determina a interceder por su nación o hijos perdidos.
La Iglesia del Señor tiene la autoridad para atar y desatar aquí en la Tierra, por eso debemos levantarnos con fe y clamar por aquellos que están perdidos. Desatemos el Reino de los Cielos con oraciones de ruego para que descienda en la familia y la nación. Produzcamos con espíritu de valentía cambios decisivos en las personas que nos rodean.
Todos somos exhortados a identificarnos con el dolor ajeno, estemos dispuestos y decididos a orar sin cesar por aquellos que se perdieron cuando comenzaron a caminar con Cristo. Hagamos regresar al redil a todos los hijos pródigos que necesitan ser pastoreados en los delicados pastos y beber de las aguas tranquilas (Salmo 23:2).
Débora fue como una mamá valiente y esforzada que ora sin desmayar mirando al cielo hasta ver a su hijo a los pies del Señor.

¿Estas dispuesta a levantarte como madre que ora sin cesar por tu Jerusalén, toda Judea, Samaria y hasta lo último de la Tierra, como dice Hechos 1:8?

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