"Porque tuve hambre, y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber; fui forastero y me recibisteis". Mateo 25:35
Siempre me intereso la obra de la hermana Teresa de Calcuta con respecto al amor al prójimo, ella decía que había que amar hasta que el corazón duela, y de la misma manera servir sin desmayar.
Nuestro servicio al prójimo debe ser constante, porque en nuestra familia o fuera de ella, siempre habrá un necesitado, debemos ayudar a toda persona que Dios nos ponga en el camino, ateponiendo el servicio a nuestras necesidades personales, sin orgullo y con la misma humildad de Jesús cuando lavo los pies a sus discípulos y les dijo "pues si yo el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros". (Juan 13:14)
Al sediento démosle "agua de vida", al hambriento, el "pan de vida", que es la palabra hecha hombre en la persona del Señor Jesús; el mismo nos enseño como debemos amar, porque nos dice "Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad" (! Juan 3:18) y nos enseño a compartir con el que tiene necesidad. También nos dijo, "Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros, como yo os he amado..." (Juan 13:34), "Porque este es el amor de Dios que andemos conforme a sus mandamientos..." (1 Juan 5:3).
Reflexionemos en estas palabras y pongámosla por obra, para que la voluntad de Dios se cumpla en nosotros.
Mirta Araujo
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