"Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos. Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía si no de poder , de amor y de dominio propio".
2 Timoteo 1:6-7
Nuestro Padre no ha regalado uno o más talentos, pero siempre hay uno en particular que abrazamos más que a otros, y nos corresponde desarrollarlo. No debería ser tan complicado o muy meditado, ya que generalmente nuestro don está relacionado con algo que nos apasiona.
El Señor no hizo del barro y fe en nuestro corazón en donde puso los deseos más sinceros. Saber y asimilar esta verdad que parece simple nos ayudará a entender por qué las cosas que nos resultan gratificantes son aquellas en las que usamos capacidades y habilidades innatas.
Vemos de manera clara que cuando hacemos aquello para lo que hemos sido llamados, el entusiasmo y la motivación se desprenden como la alegría que se siente en el corazón.
Sentir que estamos cumpliendo con el propósito para el que hemos sido llamados, no es ni más ni menos que avivar el don de Dios en nosotros.
Es un regalo, dijo Salomón, como una piedra preciosa a los ojos de quien posee. El talento que tienes, es una de las mejores partes de ti que Dios te ha regalado para enriquecerte de muchas maneras y en diversas áreas de tu vida.
Ocúpate entonces de llevar a cabo tus talentos en forma perseverante y esforzada, de manera tal que llegado el día de tu partida, puedas decir con toda humildad:" y el ganador es...; Yo, Señor, muchas gracias por mi regalo".
Natalia Medina
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